Historia y sociedad: la paternidad en la Antigua Grecia

A propósito del pasado 19 de marzo, cuando la mayoría de los padres junto con su hijos celebraban la figura paternal y lo que significa ésta en nuestra sociedad actual, surge una pregunta: ¿cómo era un padre hace siglos, o incluso milenios? ¿cuánto ha cambiado? Sin necesidad tampoco de hacer una disertación o tesis doctoral de la evolución de la misma, vamos a poner nuestro ejemplo en la Antigua Grecia o Grecia Clásica.

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En aquella sociedad (cuna de nuestra civilización), los niños no eran educados hasta tener unos 6 o 7 años, edad mental suficientemente madura para que recibieran las primeras lecciones teóricas por parte de los ya llamados pedagogos. Hasta entonces, los niños permanecían bajo la tutela de sus madres en los llamados gineceos, que eran digamos una suerte de lugares resguardados dedicados a las mujeres para la asistencia al parto y la cría de sus hijos de una forma discreta y segura. En ellos los niños jugaban a juegos tipo «el escondite» o «la gallinita ciega» (a la que llamaban «Mosca de Bronce»), además de disponer de ciertos precursores de los juguetes actuales, los cuales se enfocaban a la simulación de tareas adultas especializadas (de artesanía, de herrería, de servicio militar, etc.). A modo de inciso, este modelo ha sido adaptado a los tiempos modernos en muchos países, especialmente los nórdicos, los cuales no acuden a clase hasta bien entrados los 7 años y que, a juzgar por los informes elaborados por PISA, parece que les funciona muy bien.

Por supuesto esto no se daba de forma generalizada en todas las polis griegas. En Esparta, conocida por su estoicismo y ferocidad en combate, los niños eran alentados y entrenados en el arte de la guerra, algo vital para el pueblo espartano. Las madres decían «toma un escudo y vuelve con él o sobre él», aunque también disfrutaban, durante menos años, de una relativa infancia inocente.

El papel del hombre como padre

Los hombres aceptaban un papel limitado como figura paternal desde el momento en que la madre estaba en gestación hasta que nacía su vástago, momento en que empezaba a desentenderse más y se delegaba la crianza de los niños a las mujeres y los maestros.  Era la sociedad helena una de tantas en las que las niñas tenían un mero papel para permitir la continuidad del linaje como esposas y madres, mientras que ser varón era siempre mejor visto, especialmente si era hijo único. Efectivamente, aquellos hijos de padres mayores a la media eran mejor considerados ya que recibía una educación y un cuidado más cercano por parte de sus padres o personal a cargo, algo que como sabemos es muy común en la actualidad, aunque por aquel entonces tener un padre mayor  y no tener hermanos estaba reservado sólo para las clases más pudientes.

Como podemos ver, la figura paternal ha ido evolucionando a lo largo de los siglos, en general a mejor, pero también podemos ver ciertas pinceladas de lo que supone ser padre actualmente más allá de una figura de autoridad y de relevo de apellidos familiares. Felicidades papás.